Hace años que la fotografía de naturaleza se une a mi
pasión por el deporte y por la montaña. Hoy día, me siento incapaz de organizar
mis jornadas de ocio. La escalada en hielo y el alpinismo, la escalada en roca,
la bicicleta de montaña y carretera, carreras campo a través por el Monte el
Viejo, la fotografía y la observación de aves en La Nava son imposibles de
cuadrar cuando el día tiene sólo 24 horas y además se trabaja. Aún así, hago lo
que puedo.
Hace años que
salía a la montaña a, simplemente, andar. La Agfa del año 60 de mi padre y luego una Canon analógica me acompañaban
siempre. Incorporé un 75-300 mm de Canon y un trípode y así he escalado el
Naranjo, el Torreón de los Galayos, cascadas de hielo en Neila,también en los Dolomitas: bien con la réflex colgando del
cuello, bien con una mano en la roca y otra en la cámara; la cara de asombro de
otros escaladores cuando sacaba la réflex entre cuerdas y friends era digna de
ver. Ahora, o una cosa o la otra, unas jornadas son de escalada, y otras de
fotografía. Me he hecho un poco más exigente con esta última, y escalar tampoco
permite muchos trastos fotográficos, además mi grado tampoco da para florituras. Así,
con una compacta, después de algún tiempo sin llevar nada, puede ser suficiente en la montaña,
aunque la mayor parte de las veces sólo escalo.
En cualquier caso, las aves, la macrofotografía y el
paisaje ocupan mi ocio fotográfico. El caso es salir al monte.
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